Article publicat a La Vanguardia el 11 de març de 2023.

La Biblioteca Pública de Barcelona está un poco más cerca de convertirse, casi 30 años después, en una deuda saldada que el Estado tenía con su otra capital. El solar contiguo a la estación de França que ha cedido el Ayuntamiento de la ciudad para su edificación –prevé estar lista en el 2028– se observa ya en toda su amplitud, después de haber sido demolida el ala Correos que corría perpendicular a la terminal.

Ahora, desde el aparcamiento de la estación hasta el final del terreno de matojos que crecen mirando a las vías, el solar aguarda los tres módulos proyectados por Josep Maria Miró: 16.100 m2de superficie útil, de los que 1.900 corresponden a vestíbulo y áreas polivalente y de exposición, y 7.100, a espacios generales bibliotecarios.

Sin embargo, a punto ya de construir la planta subterránea que albergará las salas polivalentes y los depósitos con capacidad para 600.000 volúmenes, las tres administraciones implicadas no han decidido qué función se darán a los espacios multiusos. El modelo de biblioteca está pendiente de consenso, y tampoco parece urgir el nombramiento de un director o directora que haga de interlocutor durante el proceso.

El Ministerio de Cultura (que asume la obra y el coste de 55 millones de euros), la Generalitat (que la gestionará) y el Consistorio (que pone el espacio) están en la comisión de seguimiento que ha decidido sobre la sostenibilidad arquitectónica y la confortabilidad, pero no sobre si son necesarios, por ejemplo, 10.000 m2de libros o es mejor ganar espacio para la sala de actos.

El común denominador es la plena consciencia de que, como afirma el presidente del Gremi d’Editors de Catalunya, Patrici Tixis, “es una oportunidad para hacer justicia al gran peso que tienen la creación literaria y la industria de la edición en Barcelona, que además es capital editorial del mundo hispanoamericano”. El proyecto echa a andar con más de dos décadas de retraso, cuando la ciudad cuenta ya con una red excelente de bibliotecas públicas: toca crear un concepto propio. Estas son las ideas que se barajan.

Para Tixis, es importante que el anhelado equipamiento vaya más allá del impacto urbanístico y de la conservación del patrimonio bibliográfico (que le corresponde por ley a una biblioteca provincial). “Es una oportunidad para convertirse en un centro neurálgico, un hub de todo lo que rodea al mundo del libro y la edición –dice–. La Biblioteca Pública de Barcelona –como la denominaría él– puede ser desde un espacio de creación literaria hasta un espacio para la investigación tecnológica y de futuro. Un lugar que se implique en la ciudad y que irradie cultura, de todas las disciplinas relacionadas con el libro, el teatro, el cine, la música… O un espacio para acoger un museo o una exposición permanente de los 500 años de historia de la edición, la imprenta y las artes gráficas en Barcelona”. Más aún, Tixis ve allí formación continuada, para profesionales de la industria editorial.

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